El creíble, el auténtico, el real, sin postines ni máscaras, el que verdaderamente conecta con las personas.
Nos hemos alejado de lo importante y eso nos separa de la conexión, es como si construyéramos un muro invisible que nos aleja de poder llegar a la gente.
Si tienes responsabilidades políticas, debes mostrar tu liderazgo en diferentes escenarios y ante diferentes espectadores, pero nunca perdiendo o dejando a un lado tu verdadera personalidad, tus fortalezas, aquello que te hace diferente de los otros.
Es importante la adaptación para conservar tu esencia como una pieza clave en momentos de desafío, en los que puede y, de hecho suele tener lugar, un distanciamiento entre la opinión pública y tu actuación política.
La soledad y la solidez del líder, conociéndote a ti mismo, a fondo, apalancándote en tus fortalezas y dirigiendo cada una de tus acciones a conseguir el resultado: credibilidad, honestidad, empatía con el ciudadano preocupado, convicción, coherencia en tus decisiones.
“La mejor victoria es vencer sin combatir, y esa es la distinción entre el hombre prudente y el ignorante”.