Millennials y mujeres al poder: el cambio en el liderazgo político
El siglo XXI parece ser con fuerza el siglo de la mujer.
En la economía y en los negocios, pero también en el ámbito del liderazgo político. Y este cambio político y social en el que la mujer ha de tener el protagonismo que le corresponde está llegando de la mano de las mujeres millennials.
Pese a la idea generalizada de que los millennials son jóvenes perezosos y narcisistas a los no les interesa la política, la realidad es que tienen un fuerte compromiso social, aunque en ocasiones les cueste materializarlo con unos partidos y unas instituciones en las que no se sienten suficientemente representados.
Aún así, la generación del milenio, además de ser la generación más preparada, es una generación crítica, exigente y reformista. De hecho, pese al aparente desinterés por la sociedad, los millennials han entrado de lleno en la política como motor de cambio con una serie de valores más acordes con la sociedad actual y con una importante capacidad de conectar con el votante.
En este proceso de renovación, las mujeres millennials tienen mucho que decir.
Y esto, no es ciencia ficción.
Es el presente. Lo estamos viendo con una generación de mujeres jóvenes y con una importante formación académica que están destacando en el liderazgo político de sus respectivos partidos adquiriendo una visibilidad y poder en un mundo dominado hasta hace nada por los hombres. Mujeres con una importante formación académica como Inés Arrimadas, Andrea Levy, Irene Montero, Elsa Artadi, Adriana Lastra…
Mujeres muy distintas ideológicamente y procedentes de distintos partidos, pero les une una gran capacidad de trabajo que están ejerciendo desde la autenticidad de sus respectivos caracteres y, sobre todo, de sus cargos de responsabilidad en situaciones que no son nada cómodas por estar muchas veces en el centro del conflicto político.
Frente a la imagen anquilosada de la política tradicional, estas jóvenes mujeres políticas aportan con su compromiso frescura y una imagen diferente de la política defendiendo sus convicciones sin complejos pese a su juventud, mostrando una seguridad serena que es un estupendo ejemplo de inteligencia emocional para políticos de otras generaciones.
Mujeres comprometidas, sin complejos y con ganas de cambiar el mundo partiendo del crecimiento político, que a buen seguro va a tener mucho que decir en los próximos años en la política nacional.
Los jóvenes cada vez están mejor preparados. Para ello avanzan académicamente y, sobre todo, en inteligencia emocional. Ya son muchos profesionales del mundo de la empresa y cargos con responsabilidades políticas los que admiten «tener un coach», que les enfrente a sus miedos y resistencias y con los que puedan trabajar todo su potencial y fortalezas.