Vivimos tiempos convulsos.
Tiempos en los que lo que valía ayer, hoy no vale nada o hay que actualizarlo.
Tiempos en los que se gobierna a golpe de tweet, y lo que dicen las redes sociales, marca tendencias.
Frente al sosiego, la estrategia y la toma de decisiones basadas en datos y en el análisis, una parte de la clase política actual se deja llevar por la actualidad y por las corrientes que imperan en Twitter o en Facebook.
En política, como en otros sectores que deben tomar decisiones, no hay que dejarse llevar por las emociones ni por los nervios más instintivos. Algo que no casa con este momento, en el que parece que todo va demasiado deprisa y en el que todo caduca en muy poco tiempo. En este sentido, es importante tener una apertura de mente que evite que nos dejemos llevar por las emociones (las nuestras, las de la calle o las redes sociales), para evitar decisiones rápidas y poco meditadas que hoy pueden parecer una solución, pero que a medio o largo plazo pueden ser un error.
Sería algo así como «decisiones de ida pero sin vuelta». ¿Cuántas iniciativas que se ponen en marcha, leyes, decretos y decisiones poco respaldadas socialmente o con duras consecuencias se aprueban y ahí quedan para muchos años?
Para evitar esas situaciones, es necesario tener una estrategia política estudiada y meditada. Una estrategia que dé coherencia a tu acción y al proyecto político que representas, evitando caer en los instintos emocionales que salen de dentro y que normalmente hacen tomar decisiones arriesgadas sin haber meditado los posibles peligros, obviando en ocasiones la base ideológica y la línea política marcada por nuestros compromisos electorales.
De ahí buena parte de la desafección que hay en política de forma generalizada. Una brecha cada vez más grande entre los responsables políticos y la sociedad.
Esta estrategia que une pensamiento y acción debe ir acompañada por un meditado trabajo en equipo para poder desarrollarla. Si quieres trasladar esa coherencia, y que tu acción no pase desapercibida por la opinión pública o sea incoherente con tu base ideológica, tienes que complementar tu estrategia personal con otras personas y cargos, tanto a nivel de partido como instituciones, para ver de forma holística tu trayectoria y tu proyecto político.
Esto forma parte de un proceso de reflexión y análisis y puesta en marcha de un plan de acción como un todo que forma parte de un conjunto de acciones, y no como un mero parche que solo busca intentar taponar un problema o darle la razón a la opinión pública. Ya sabes, los bandazos no suelen ser el resultado de una estrategia pensada, y más bien acaban con una imagen política negativa y distante.
¿Sabes qué es un proceso de coaching político? Si crees que necesitas parar, analizar las distintas alternativas y poner acción estratégica en tu actividad política, quizás sea una buena opción para ti en este momento.